“We knew it was the right thing to do and never gave it a second thought.”
En julio de 2007 la vida de Catherine cambió para siempre cuando recibió un llamado del centro de traumatismos del Penrose Hospital en Colorado Springs. Brad, su marido, había sufrido un accidente en motocicleta cuando iba al trabajo.
Catherine llamó a su madre de inmediato para que cuidara a sus hijos, tres niños menores de cinco años, y corrió al hospital a ver a Brad. Aunque las lesiones parecían graves, a Catherine y a su padre les dijeron que Brad tan solo tenía dislocada la rodilla y quebradas algunas costillas. Todos en la habitación comentaron que había sido una suerte que Brad estuviera usando el casco.
Al poco rato examinaron a Brad en una sala común.
«Parecía cansado, lo que me parecía lógico dado todo lo que había pasado», comentó Catherine. «Cayó en lo que parecía un sueño inquieto y después de un tiempo se lo llevó una enfermera para hacerle más análisis. Para ese entonces, Brad ya no respondía pero todos pensamos que se debía al cansancio y la medicación».
Después de un tiempo que se hizo interminable, los médicos les dijeron que Brad había sufrido una apoplejía y que lo estaban ingresando en la Unidad de Cuidados Intensivos. Si se recuperaba, probablemente quedara paralizado de un lado. A la mañana siguiente, luego de una tomografía computarizada, los médicos informaron a Catherine que el cerebro de Brad se estaba inflamando y que no sobreviviría.
«Sorprendentemente, el peor día de mi vida fue también el día que muchas personas habían estado esperado. La decisión de ofrecer una mejor calidad de vida a otra persona no fue algo que tuve que pensar dos veces. Brad había decidido hacía mucho tiempo ser donante, lo que había dejado indicado en su licencia de conducir. Además, mi marido era una de las personas más generosas que he conocido, dejar que sus órganos se desaprovecharan cuando podían salvar a alguien más hubiera sido otra tragedia», explica Catherine.
Incluso a pesar de su dolor, saber que otras personas viven una vida productiva y con salud gracias a Brad es inmensamente reconfortante para Catherine. Ella sabe que, en Colorado, hay un padre de unos treinta años que tiene la posibilidad de ver crecer a sus hijos gracias a que recibió el corazón de Brad.
«La Navidad posterior a la muerte de Brad recibió una postal del receptor del trasplante de riñón agradeciéndole por brindarle la oportunidad de disfrutar de las fiestas con su familia. Entre los órganos, ojos y tejido, es probable que mi marido haya ayudado a más personas de las que yo pueda saber».
Catherine participa en la carrera/caminata de 5K Donor Dash todos los años. Le reconforta pensar que alguna de las personas que corren en esa misma carrera pueda estar allí gracias a la donación de su marido.